viernes, diciembre 19, 2008

27ª jornada. Declaró el médico Moreno Recalde, responsable de las autopsias de los cadáveres hallados en las Salinas

El primer testimonio de la jornada de juicio histórico en que se juzga por crímenes de lesa humanidad a policías y militares, fue el de Santos Omar Ferreyra, que en 1976 era sepulturero del cementerio del Rosario, quien dijo que en septiembre de ese año, policías uniformados llevaron dos cajones con cadáveres NN y los enterraron en dos fosas cavadas previamente en el predio central, que ingresaron en un camión y una camioneta por la calle de atrás (Sargento Cabral) y que traían un oficio judicial que entregaron al encargado, Lucero.

Otro de los testimonios escuchados en la mañana y uno de los más esperados, fue el del Dr. Vicente Ernesto Moreno Recalde, el médico forense que practicó la autopsia del cadáver masculino y que, como encargado de la pericia, firmó los certificados de defunción de las dos personas NN halladas en las Salinas del Bebedero.
Aunque en un principio reiteró con seguridad que no había concurrido a ese lugar; que por su orden lo había hecho el chofer Sosa que estaba de guardia, luego de la lectura de sus declaraciones anteriores -del sumario policial en 1984 y una declaración judicial de 1985, en las que reconoció su firma- donde manifiesta haber ido las Salinas y describe cómo y dónde se encontraron los cuerpos, admitió como válida esa versión.
-¿Va recordando Dr. Moreno Recalde? -Se cercioró el Dr. Burad-.
- Sí. –admitió el testigo sin inmutarse-, quien seguramente como jefe de Criminalística “recibió la orden de trasladarse a Salinas del Bebedero con un fotógrafo un croquista y un chofer”. Allí señala también la presencia del entonces jefe de Policía, Mayor Hugo Franco y personal militar y policial. Que encontraron “una fosa de 60 0 70 cm a la que se introdujo con guantes sacando dos cadáveres parcialmente calcinados a los que les faltaba la última falange de los dedos”. Los cuerpos fueron trasladados a la morgue en donde ya estaba el Dr. capitán Serrano (cardiólogo del Grupo de Artillería), supone “que por una orden militar”. Esa misma noche practicaron la autopsia al cadáver masculino”, al femenino -dijo- se la practicó el Dr. Moyano porque él debía viajar a Córdoba. Aunque sí le “hizo una inspección externa para lo cual le sacó la ropa y en la que advirtió un gran traumatismo de cráneo con pérdida de masa encefálica”.
Omisiones
Llamó la atención al abogado de la querella la respuesta respecto de las pericias balísticas y de la ropa de los muertos, ya que el médico no controló que se hicieran, y justificó su desentendimiento porque sólo se realizaban mediando una orden de la superioridad (dependía del Departamento Judicial) y no supo si la hubo.
También el Dr. Ponce advirtió la omisión de algunos detalles en los certificados de defunción que ahora el médico describía, como los disparos de armas de fuego, el retiro de los restos de ropa o el olor a combustible en los cadáveres.

El informe de la crueldad
Lo que el médico patólogo forense apodado “Cheque” consignó sobre el cadáver masculino. En el certificado de defunción: “Muerte debida a: hemorragia cerebral. Debida a: paso de un proyectil balístico. Homicidio”.
En el protocolo de lesiones: “NN sexo masculino, talla: 1,73 0 1,75 m; pelo largo lacio, castaño oscuro, dentadura completa, peso aproximado 73-75 kg, edad estimada 23 a 33 años; parcialmente carbonizado, más afectadas las extremidades inferiores. 4 impactaciones de proyectil balístico en cráneo -hueso malar-; en mano derecha, brazo izquierdo y abdomen. Ha sufrido acción de fuego posterior a la muerte y amputaciones criminales y no accidentales.
Otro de los detalles que agregó fue el calibre de los proyectiles: 9 mm u 1125 y que el causal de la muerte había sido el disparo en el hueso malar
Respecto a esta lesión (amputación de las falanges) que tenían ambos cadáveres, explico en la audiencia que habían sido “cortadas con una pinza o alicate, no quirúrgica; los tejidos estaban desgarrados”, esto tampoco lo consignó en el documento médico.
Preguntado sobre la finalidad del fuego sobre los cuerpos Moreno Recalde contestó: “Quemar un cuerpo significa borrar los rastros de lo que se cometió”

Otras de las declaraciones vertidas durante el debate del jueves fue la de la empleada de la morgue, la técnica de anatomía patológica Rosa Magdalena Rodríguez quien confirmó lo dicho el miércoles por el encargado de esa sección del Policlínico Regional, el Dr. Salguero Fumero. Que por orden del director del nosocomio, el Dr. García Calderón, no pudieron acceder a la morgue por una semana, “por el mal olor y había unas personas fallecidas. Había militares armados en los techos y en el interior”. Dijo que había un olor nauseabundo y a quemado.

Otros testigos que no aportaron casi nada fueron Nilda Lily Garro de Acevedo, una técnica que aunque reconoció su firma en una declaración de los `80 en la que afirmaba trabajar en la morgue al momento de los hechos investigados, se empecinó en negarlo, asegurando que recién en noviembre de 1976 había ingresado a esa área. Sólo había tomado conocimiento que habían sido trasladados dos cuerpos a la morgue.

Por su parte, el médico Héctor Hugo Rodríguez, que por entonces trabajaba en Sanidad policial (en el edificio de Investigaciones en calle Lavalle) no recordó haber firmado un informe de 1984 que se leyó, en el que se consignan todas las actuaciones y medidas ejecutadas en relación al hallazgo de los cadáveres en las Salinas.
Tampoco recordaba haber practicado revisación médica a Graciela Fiochetti, aunque era una de las tareas que realizaba.

Otros testimonios vertidos fueron los policías retirados Rafael "Perecito" Pérez, Luis Severo Torres y la empleada del registro civil Lila Sonia Becerra.


Para la audiencia del próximo lunes se anunció el testimonio del Dr. Antonio González Macías, quien en 1985, tuvo un rol esencial como juez de Instrucción de la causa que luego se vio frustrada por las leyes de impunidad (Punto Final y Obediencia Debida).

martes, diciembre 16, 2008

24ª jornada. Declaró Páez, el trabajador de las Salinas que descubrió los cadáveres

“Estoy orgulloso de lo que descubrí, ahora esos cuerpos descansan en un cementerio”

Lunes 15-12-08. El hombre que el 23 de septiembre de 1976 vio salir desde la laguna de Las Salinas del Bebedero a dos Torinos, -blanco y rojo- con 4 y 5 personas respectivamente y avisó a la policía, declaró ayer ante Tribunal Oral Federal que juzga a militares y policías acusados de haber cometido delitos de lesa humanidad durante la última dictadura militar.

En la larga jornada que se extendió hasta las 17, también prestaron testimonio: Luis Eulogio Lucero, otro trabajador de la fábrica de sal, y los policías retirados Pantaleón Pallero, Hugo Raúl Quiroga, Domingo Francisco Escudero, Rafael Enrique Leyes y Mario Ángel Ingolingo.

viernes, diciembre 12, 2008

Reconocimiento en Las Salinas del Bebedero


"Cuqui" Álvarez y Reina Alcaráz frente a las cruces que recuerdan a los dos jóvenes asesinados, encontrados en ese lugar el 23 de septiembre de 1976.

jueves, diciembre 11, 2008

Por Mauricio López, por todos!


La que sigue es la nota conjunta de APDH San Luis y UNSL por la que solicitan el acompañamiento para reclamar la reactivación de la causa que investiga la desaparición del ex Rector Mauricio A. López y el resto de las causas por los crímenes cometidos hace 32 años por la última dictadura militar.
La iniciativa fue aprobada por el Consejo Superior de la UNSL en la sesión del martes 9 de diciembre último.


Causas de lucha por los Derechos Humanos
La Universidad Nacional de San Luis y la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos filial San Luis ponen a consideración del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) y la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos Nacional, la siguiente declaración relacionada con la causa que se tramita en la Justicia Federal de la Provincia de Mendoza por el secuestro y desaparición del Dr. Mauricio Amilcar López, para solicitarles nos acompañen a nacionalizar el reclamo de su reactivación haciéndolo llegar a todas las Universidad Nacionales, a todos los Organismos de Derechos Humanos, a todas las Instituciones Educativas y religiosas del país, en suma a todos los sectores de la sociedad y a todos los poderes del estado que están comprometidos con la búsqueda de la memoria, la verdad y la justicia.
Como todas las causas por delitos de lesa humanidad son igualmente importantes, a través de esta causa también reclamamos por todas las que a lo largo y ancho del país se están sustanciando.

Mauricio Amilcar López nació en Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires, el 18 de abril de 1919. Se educó en la Comunidad Evangélica de los Hermanos. En 1946 se gradúo en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNC. Como filósofo. Fue profesor de lógica y filosofía, de psicología y de pedagogía y dictó cursos y conferencias en múltiples institutos y centros ecuménicos de Berlín, Holanda, Suecia, Canadá, Bélgica, Escocia y Nueva York, como integrante del Consejo Mundial de Iglesias.

Llega a San Luis en febrero de 1972 para trabajar en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional de Cuyo, para dictar los cursos de filosofía de las Escuelas de Psicología y Pedagogía. En 1973 es nombrado Rector de la recién creada Universidad Nacional de San Luis, cargo que ocupó hasta el golpe militar de 1976.

Fue el primer Rector de la UNSL y por sus valores científicos, morales y humanos se constituyó en el arquetipo del rector. Era, para la mayoría de los docentes, alumnos y no decentes de su universidad "una persona de bien, que trajo, desde el primer día que llegó a la universidad un viento de renovación con su sola presencia. Aceptó ser rector entendiendo esta función pública como una función de servicio y cuando en abril de 1976, al finalizar su arresto domiciliario, sus colaboradores, sus discípulos, sus amigos lo instan a dejar el país y no lo hace ; arriesgó su vida en pos de un ideal y la perdió".
Lo secuestran en enero de 1977 de su casa de Mendoza.


Causa Centro Clandestino de Detención Campo Las Lajas:
Según consta en su informe el, Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos de Mendoza denunció ante el Juzgado Federal Nº 1 de Mendoza, la existencia de un Centro Clandestino de Detención que perteneció a la Fuerza Aérea, ubicado en el Cerro Las Lajas del Dpto. de Las Heras, Mendoza. Allí estuvo detenido el profesor Mauricio López.
El 28 de mayo de 2004 se inicia la causa penal, en la que son querellantes, junto con la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. También se presentó como querellante el hermano de Mauricio López, quien fue excluido por la Cámara Federal de Apelaciones de Mendoza, ante lo cual el MEDH planteó un recurso ante la Cámara Nacional de Casación Penal que actualmente se encuentra pendiente de resolución.

El ex rector de la Universidad de San Luís Mauricio A. López fue secuestrado el 01 de enero de 1977 y fue visto entre julio y agosto de ese año en este CCD, por el testigo sobreviviente Horacio Ferraris. Éste reconoció las instalaciones del centro clandestino, denunció que allí se encontraba secuestrado un joven con una pierna enyesada. También denunció la muerte en el mismo lugar, de una joven que habría ingerido una cápsula de cianuro y la presencia de su padre, también secuestrado. Gracias a la investigación realizada por el MEDH se pudo determinar que el joven era Osvaldo Zuin, "Horacio", militante del PRT secuestrado en Córdoba y visto en "La Perla"; y la joven era María del Carmen Marín, militante de Montoneros y su padre Carlos Armando Marín. Estas tres personas permanecen desaparecidas.

Horacio Ferraris es el único testigo con quien el juzgado realizó reconocimiento. Describió que se instalaban carpas militares junto a las instalaciones fijas y que en el término de los dos meses, en que él permaneció en el CCD, conoció el paso de muchas personas secuestradas.
En la causa también declaró el testigo Emilio Alberto Luque quien fue torturado en Las Lajas en octubre de 1976 y luego trasladado a instalaciones Militares de San Luís.

Desde la apertura de la causa, el MEDH con los peritos designados: Eloy Mendoza, personal del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), y del Departamento de Geología de la Universidad de San Luís han realizado trabajos de excavación en el predio del campo Las Lajas en la búsqueda de posibles enterramientos. Estos profesionales han producido detallados informes que han sido presentados a la Justicia.
Los recursos para estos trabajos han sido aportados por el MEDH, a excepción del combustible para el helicóptero con el que se realizó un reconocimiento aéreo del lugar, que fue aportado por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. Actualmente las pericias se han visto paralizadas temporalmente por no poder afrontar los gastos que demandan.
En abril de 2007, después de tres años de la apertura de la causa, fueron imputados por la desaparición del Prof. Mauricio López: el Comandante del III Cuerpo de Ejército Luciano B. Menéndez, y los integrantes del Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea Argentina, Jofré Pedro Esteban, Padorno Mesa Osvaldo Antonio y Santa María Juan Carlos, por los delitos de privación ilegítima de la libertad agravada, torturas y robo agravado.

Después de cuatro años desde su apertura la causa se encuentra paralizada en la etapa de instrucción, sin propuestas ni iniciativa por parte del Juez ni de la Fiscal para el avance en la investigación y sanción de los responsables de estos graves delitos.

Han pasado ya 32 años desde el golpe militar, no podemos esperar más tiempo para esclarecer las desapariciones de esa época, es por eso que solicitamos se active la investigación en torno de esta causa, que por ser la de la desaparición del único Rector de una universidad nacional desaparecido se torna para nosotros, una causa emblemática y en ella, reclamamos por todas las causas, que por delitos de lesa humanidad se han iniciado en nuestro país.


Universidad Nacional de San Luis - APDH Filial San Luis

miércoles, diciembre 10, 2008

Día de los Derechos Humanos

El 10 de diciembre se celebra a nivel mundial el Día de los Derechos Humanos.
Desde 1994 la Universidad Nacional de San Luis en homenaje a su primer rector desaparecido por la última dictadura militar, entrega el Premio Rector Mauricio Amílcar López a personas o grupos destacados por su labor en defensa y promoción de los derechos humanos.

Este año el premio se entrega a la
Agrupación H.I.J.O.S. (Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio): Premio por su destacada actuación en la lucha por la defensa de los DDHH

y Mención especial a:
Fundación Pequeños Gestos Mención Especial por promover el desarrollo y la defensa de los DDHH en la comunidad aborigen Toba en El Impenetrable de la provincia de Chaco.

Lic. Roberto Iglesias: Mención Especial por su activa participación en organizaciones que defienden y promueven los DDHH de sectores populares.

Mauricio Amílcar López


Nació en Mendoza en 1919. Fue un activo dirigente del Movimiento Estudiantil Cristiano, creyente de espiritualidad profunda, intelectual y militante de primera calidad. Fue el primer rector de la Universidad Nacional de San Luis. Siempre respaldó el protagonismo de los alumnos en la conducción universitaria. A tres años de su designación como rector, fue expulsado de la universidad por los militares.

Una madrugada de 1977, nueve hombres armados con sus rostros cubiertos con medias entraron a su casa (en Mendoza) y lo secuestraron. Infructuosos fueron los pedidos de Habeas Corpus, los reclamos ante las autoridades de facto que gobernaban el país, los reclamos de la comunidad internacional, tanto eclesial como secular. Su destino, como el de miles, se desvaneció en las sombras del accionar del gobierno militar de aquel entonces. Según la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas, casi 10.000 de los 30.000 desaparecidos durante el gobierno de facto fueron universitarios.

Jornada 21ª: Inspección ocular en la ex Jefatura Central de Policía


En el inicio de la octava semana del Juicio Histórico en que se investigan los crímenes de lesa humanidad cometidos en San Luis durante la última dictadura militar, se realizaron inspecciones oculares en el actual edificio del Programa Becas BAS XXI de la provincia, que en aquellos años alojaba la Jefatura Central de Policía provincial, donde en 1976, en el marco de la lucha contra la subversión fueron llevadas detenidas personas que resultaron torturadas, desaparecidas o asesinadas.

El Tribunal Oral Federal se constituyó en la entrada del edificio, por calle San Martín, casi esquina Belgrano, con sólo dos de sus miembros, el actual presidente, Dr. Julio Nacif y el Dr. Cortéz (el cuarto juez, reemplazante), acompañados por uno de los 5 abogados de la defensa, el Dr. Papalardo (abogado del ex policía Pérez), el abogado de la querella con todos sus representados, familiares, miembros de APDH, y una inusual cantidad de periodistas que en general no asisten a las audiencias.

“Cuqui" Álvarez inició el reconocimiento de las dependencias que dolorosamente transitó hace 32 años junto a su madre, doña Laura Álvarez, buscando a Graciela.
Aunque dijo que está bastante modificado, indicó que en el actual hall había dos sillones donde más de una vez las hicieron esperar y donde, como relató en su declaración, su madre reconoció claramente a Plá cuando pasó delante suyo: “Este estuvo en La Toma”.
También Cuqui señaló la disposición de las oficinas (Secretaría, la del Jefe, la guardia y la del Subjefe Plá), lo que coincidió con lo dicho por el ex policía Garro (segundo de Becerra) quien también participó de la inspección. Hacia la derecha, indicó la oficina de la Secretaría a la que le seguía la del Jefe de Policía (Mayor Franco) que tenía una ventana hacia la calle San Martín. Hacia la izquierda recordó que había una oficina donde las revisaban –el pudor le impidió describir el modo-.
Don Segundo Ledesma se sumó a la descripción y agregó que ahí también les retenían el DNI, y recordó que en una de las veces que fue a buscar a su hijo Pedro reconoció a Becerra como uno de los que se lo arrebataron aquella horrible noche.


Víctor “Gringo” Fernández explicó cómo lo ingresaron por calle Belgrano y reconoció a la derecha la oficina en la que lo tuvieron incalculable tiempo parado contra la pared, donde escuchó que nombraban a Ledesma. Recordó que “entraban y salían policías, militares y hombres de civil”… “en todas las oficinas había muchos presos, se escuchaban llantos”..., y también habló del trato del entonces Comisario Becerra, “siempre con mucha agresión, muchas malas palabras, burlas”.
En el momento de la inspección, esa oficina que fue de horror, que ahora “Gringo” visitaba acompañado de la Justicia, los medios y los afectos estaba colmada de alumnos de un taller que se quedaron perplejos ante el relato del ex detenido que con vehemencia se dirigió a los jueces para asegurarles “Digo la pura verdad, no quiero escuchar más mentiras en el Tribunal, esto es lo que pasó aca”.

lunes, diciembre 08, 2008

20ª jornada de Juicio Histórico

El jueves 4 de diciembre se concluyó la lectura de las declaraciones del ex agente Jorge Hugo Velásquez comenzadas en la jornada anterior y testimonió el Comisario Mayor retirado Oscar Sosa, quien en 1976 era oficial ayudante del Departamento de Criminalística y su tarea era la confección de planos.
Dijo que su participación en los hechos tuvo que ver sólo con la confección de un croquis en Salinas del Bebedero el 23 de septiembre de 1976, ordenada por su Jefe (Gutiérrez Sacone) lugar al que fue llevado por personal militar en un jeep donde iban 2 soldados 1 suboficial y el fotógrafo Videla, de su misma área.
En el lugar – a unos 136 metros del camino de acceso-, cerca de una parva de sal encontraron dos cuerpos, uno femenino y otro masculino, el primero en el interior de una fosa, el otro afuera, estaban parcialmente quemados desde el torso hacia arriba, con las falanges cortadas, hecho que al ser preguntado atribuyó a la idea de dificultar su identificación.
La lectura de una declaración anterior le hizo recordar que la orden de concurrir al lugar había sido del D2, Departamento de Informaciones, pero que personal militar dirigía el procedimiento, que “no se había preservado el lugar, se había alterado mucho, incluso el mismo vehículo en el que íbamos” no había cuidado el escenario, que estaba lleno de pisadas de borceguíes.

El otro testigo de la jornada fue el Inspector general retirado Domingo Rosas Rezano, por entonces Jefe de Comunicaciones de la Policía, quien recibió la novedad de que por radio, desde el Destacamento de Las Salinas, el oficial Baigorrí informaba que habían sido vistos dos autos Torino que se dirigían hacia la laguna, lo que retransmitió al superior que se encontraba en la Jefatura –primero no recordaba si era Becerra o Plá, de su declaración surge que es Plá- quien le había dicho que lo dejara en sus manos.
Esa noche estaba en la Jefatura porque estaba como jefe de turno, tarea que implicaba “el control de las actividades en la dependencia, la visita a las comisarías, ver a los detenidos”. Preguntado si vio detenidos a Fiochetti, Trepín o Fernández, dijo que no, tampoco escuchó gritos ni supo que allí se aplicaran torturas.
Luego de la novedad que informó a la jefatura supo del hallazgo de los cadáveres, aunque “no oficialmente, a través de los medios”
- ¿Usted lo relacionó con lo transmitido por Baigorrí? preguntó el juez Burad.
- Uno saca conclusiones...

La secretaria del Tribunal dio lectura a la declaración del ex policía fallecido del Destacamento de Balde, Juan Beltrán Baigorrí quien manifestó que el 23 de septiembre de 1976 recibió la novedad de parte del empleado de la fábrica de sal, Carlos Páez de que a las 3,40 horas habían ingresado hacia la laguan, dos vehículos (Torino), uno rojo y otro blanco con 4 y 5 personas respectivamente.
Como no contaba con más personal, debió cerrar la oficina y fue con Páez hacia la laguna a realizar una inspección ocular. Hacia el este de las parvas de sal encontaron pisadas de calzados de goma, "aparentemente de dos personas que llevaban a una mujer, porque se marcaba el taco y no la planta de los pies".

Jornada 19. Continúan testimonios de ex policías

Miércoles 3 de diciembre.- Declaró el ex policía Segundo Wenceslao Garro, quien en 1976 se desempeñaba como Comisario del Departamento de Operaciones (D3) a cargo de Guillermo Albizu. Junto con el D2, (Dpto. de Informaciones) eran las dos áreas de la Policía abocadas a la lucha antisubversiva, dijo.
Participó en el operativo en La Toma. Como otros testigos, señaló que ese procedimiento fue militar y contó con el apoyo de la Policía. Aunque dijo haber recibido la orden a través de un memorandum, en una declaración anterior, manifestó que Plá lo había llamado a su despacho y le había ordenado de ir a la casa de Angle. Después recordó que fue a la casa de los padres de Angle, en Saladillo (“había dos personas mayores”) donde buscaron material explosivo; estuvieron 2 o 3 horas y el resultado fue negativo, lo que al regresar a San Luis informó a su jefe.
Señaló que para el procedimiento en el que fue el primero en llegar y el primero en volver, contó con 20 hombres a su cargo, que no se mezclaron con los otros grupos que concurrieron. Lo recordó a Becerra en La Toma junto a militares y policías, quien al finalizar dijo: ¡Terminamos, todos a su Jefatura! A Plá, en cambio, no lo vio, como tampoco dijo haber visto detenidos ni escuchado

Otro testimonio en torno a los hechos del 21 de septiembre de 1976 fue el del ex agente de La Toma Julio Francisco Escudero, quien manifestó que esa noche llegó personal militar y policial a la Comisaría, pero que a los agentes locales no los involucraron en el procedimiento.
A las 8 hs. se hizo cargo de la Guardia donde vio a civiles militares y policías, entre ellos a Garro y a Becerra.
Se leyó su declaración de hace 22 años en la que dice haber visto a Fernández, a Trepín y a Graciela Fiochetti; que los primeros fueron llevados a la oficina de Marcas y Señales y a Graciela a la de Judiciales. A partir de lo que recuerda, y responde a las preguntas de la querella.
Desde la plaza de armas, donde estaba limpiando un móvil, vio a los detenidos que “iban atados y vendados y los militares los tiraron a un camión”, detrás del cual salieron el resto de los vehículos.
Recordó que Gil Puebla (el Subcomisario de La Toma) le había dicho al personal “Aquí no pasó nada y no vieron ni escucharon nada”, pero sostuvo: ”el pueblo hablaba, se decía que los detenidos habían sido golpeados y maltratados, también comentaban de los allanamientos, que rompieron la puerta en lo de Álvarez, los vecinos escucharon. Yo sospechaba y me confirmó el pueblo".

A solicitud de la querella se debieron leer las declaraciones de dos testigos, que aunque concurrieron a la audiencia, por su avanzada edad, tuvieron gran dificultad para escuchar y para responder las preguntas. El ex agente policial de La Toma, Inés Castro, quien en 1985 había declarado que el 21 de septiembre de 1976 vio un camión militar estacionado en la guardia; que estaban el Comisario Becerra, Garro y otros y que por comentarios supo que había detenidos
El otro testigo fue el señor Nicolás Camargo, un ex empleado de la fábrica de sal CIBA. En su declaración policial señalaba que el 22 de septiembre de 1976 a las 5 horas vio pasar dos vehículos Torino -uno rojo y otro blanco- hacia la laguna y que luego salieron a las 5,30; que Páez y Arias dieron aviso a la Policía, al agente Baigorrí, quien luego buscó a Páez.

miércoles, diciembre 03, 2008

18ª jornada. Declaraciones de ex policías

02-12-08
Oficial Mariano Mansilla
Preguntado por los hechos ocurridos el 21 de septiembre de 1976, el ex oficial sumariante relató que a las 3 de la madrugada de aquel día fue llamado por el Comisario Luis Chávez a presentarse en la departamental.
Le llamó la atención la inusual cantidad de vehículos y hombres del Ejército (“estaba colmado”). Se le ordenó ponerse a disposición del mismo y debió labrar las actas de los allanamientos a los domicilios de personas señaladas como “subversivos”, que le eran dictadas por quien dirigía el operativo, que después supo era el Teniente Primero Dana. Lo hizo en los domicilios de los detenidos que ya no estaban en el lugar cuando él llegó a cumplir su tarea. Primero se dirigió a la casa de la sra. Laura Álvarez, en donde notó la puerta con un “daño reciente”; luego a lo de Trepín, donde encontró a la esposa “muy conmocionada”; después a la de Víctor Fernández en la que también notó signos de violencia en la puerta y el cielorraso, “como si fuera un disparo hacia arriba”, y finalmente debió labrar el acta en la casa de Angle. Dijo que todo el trámite le llevó muchas horas porque regresó a la Comisaría de día. Allí le ordenaron encerrarse en su oficina (de Judiciales) junto a los policías Mora y Funes. “Estábamos conmocionados –confesó-, era la primera vez que sucedía un procedimiento de esas características”.
A través de los postigones de la ventana dijo que pudo ver cuando militares llevaban a los detenidos Fiochetti, Fernández y Trepín, vendados, con las manos atadas atrás y los subían a un camión.

Ante las preguntas de las partes, Mansilla fue recordando y completando detalles del relato. Del personal policial de San Luis reconoció al Comisario Becerra –al que sólo vio en la departamental- y al Comisario Garro, pero no al capitán Plá.
También agregó que al presentarse en la guardia, al inicio del procedimiento vio a 3 personas de pie “en una vista fugaz”, y al “cerrar el circuito de las actas deduzco quiénes eran los detenidos”. Así corrigió que eran dos hombres y una mujer y nos 3 hombres como había creído al ver que los tres tenían pantalón.
Sólo por los comentarios supo que lo que se buscaba en las requisas de los domicilios era “armamento o material de neto corte subversivo, libros…” pero ratificó que no se halló nada, y que después del operativo, los comentarios generalizados decían que Víctor Fernández había sido sometido a vejámenes.

El resto de los testigos convocados no aportaron nuevos elementos. Al parecer, los 32años transcurridos han hecho estragos en su memoria.

Luis Daniel Contreras que era empleado de la entonces empresa estatal “Agua y Energía” y fue requerido como testigo en el allanamiento de la casa de la sra. Laura Álvarez, sólo recuerda que losa soldados revisaron todo (colchones, roperos) e hicieron mucho daño en la casa.

El ex policía de La Toma, Jorge Andrés Mora, quien dijo haber tenido la tarea de enviar partes informativos al D2 sobre reuniones políticas o subversivas –cosa que dijo nunca tuvo que hacer porque no las había-, contó que fue convocado a la Comisaría después de la medianoche; que había 4 camiones del Ejército, “muchísimos militares” y personal policial del que recuerda a los Comisarios Becerra y Garro; que iban a detener personas pero desconocía el motivo.
Dijo que lo mandaron a encerrarse en una oficina de la que salió a las 9,30 o 10 de la mañana cuando ya se había retirado el personal militar, y que luego por comentarios se enteró que habían detenido a Fiochetti, Fernández y Trepín y a Angle en la Terminal.
Aunque al ser preguntado negó haber hecho la identificación de los domicilios de los detenidos, de la lectura de un fragmento de su declaración realizada hace 22 años -en la que reconoce su firma- se desprende que lo hizo. Entonces admitió que pudo haber sido de la casa de Fernández.
También incurrió en otra contradicción cuando afirmó no haber visto ni escuchado nada desde la oficina donde le ordenaron encerrarse, mientras en su declaración anterior consigna que desde ese lugar “observó a los detenidos de atrás con las manos atadas”.

El Comisario retirado Miguel Ángel Escudero, ya en tiempos de democracia, fue el encargado de instruir el sumario administrativo al David Becerra y a Pérez “seguramente por orden de la Jefatura”, pero no recuerda prácticamente nada en torno a eso.

El último testigo citado fue el cabo retirado Antonio Ceferino Becerra que inició la respuestas al cuestionario con un “No me acuerdo de nada”, lo que anuló la posibilidad de aportar alguna información.

Al término de la audiencia, el Tribunal dio a conocer dos resoluciones por las cuales habilita la feria judicial del mes de enero para dar continuidad al juicio “considerando que resta producirse abundante prueba oral", y la suspensión del debate -por las festividades- entre los días 24 de diciembre y 6 de enero inclusive, para reanudar el día 7 de enero a partir de las 10:30 horas.

lunes, diciembre 01, 2008

17ª jornada de Juicio Histórico. Declararon los testigos Oscar Alcides Trepín y Ricardo Angle

“Becerra mandaba”
En la mañana de hoy, y luego de varias ocasiones pospuestas, prestaron declaración dos de los hombres de La Toma que fueron detenidos en la primavera de aquel nefasto septiembre 1976.
Oscar Alcides Trepín, quien era inspector de la Delegación del Ministerio de Trabajo relató que en la madrugada del 21 de septiembre se encontraba durmiendo con su familia (su esposa estaba embarazada) cuando se encontró rodeado de policías y militares que allanaban con violencia su domicilio. Habían entrado por una puerta del patio que estaba abierta porque su hijo de 13 años esperaba a sus amigos para ir de picnic.

“Becerra comandaba el operativo y el agente Mansilla hizo el acta”, afirmó. Los reconoció su esposa que era radioperadora en la Comisaría.
En una clara muestra de la impunidad con que se manejaban las fuerzas de seguridad, Trepín contó que Becerra se atrevió tomar de su mesa de luz, cartas “que le había mandado a mi señora”, y sentado en la cama matrimonial comenzó a leerlas.
A punta de pistola fue llevado detenido a la Comisaría de La Toma por hombres que portaban armas largas. Al llegar, dijo que escuchó el llanto de Graciela Fiochetti.
De los policías sólo reconoció a uno que llamaban “Negro” Orozco y recuerda También que nombraban a Dana.

A Trepín lo pusieron de pie contra una pared y con las manos en la nuca. Allí fue torturado.
“Al rato trajeron a Fernández, después me vendaron los ojos con trapos y estuvimos así hasta que nos llevaron por la galería hasta el fondo donde había una oficina, un escalón y nos subieron a un camión del Ejército donde nos pusieron boca abajo”. Dijo que creyó reconocer que en el vehículo iba Graciela Fiochetti y supo que iban hacia San Luis cuando pasaron sobre las vías del tren. Después de aproximadamente dos horas “me arrastran y me bajan, me sacaron las vendas y por un rato todo lo que veía era un punto rojo. Ví que estaban Graciela y Fernández”. A quienes dijo liberaron la noche del 21 o madrugada del 22. “Graciela, al principio no quiso firmar el acta de libertad, pero corrigen algo y firma”. Vio que se los llevaron dos personas de civil. Preguntado sobre el estado de ambos, contestó “imagínese cómo estábamos”. En otro momento señaló “magullados”.

“¿Esta es la herencia que les dejó el “Juancho”?”
Trepín dijo que en la Jefatura no fue interrogado, pero le decían cosas en relación a las inspecciones laborales, por ejemplo en la Avícola San Miguel donde había señalado algunas faltas en las condiciones de trabajo. “¿Así que vos perseguís a la patronal?”, lo cuestionaron.
-“Lo nuestro es hacer cumplir la ley”, dijo que contestó.
Y le retrucaron “¿Esta es la herencia que les dejó el “Juancho”?”

Cuando le concedieron la libertad pidió una constancia para presentar en su trabajo y el oficial Lucero, tras consultar, se la dio. Quiso leer el contenido del acta de su libertad pero no lo dejaron, “me dijeron que me fuera rápido porque podían cambiar de idea”.
En un momento de su declaración reveló: “Fue horroroso, aún no puedo entender”.


Ricardo Angle: "Todo se basaba en mi condición de peronista"
Esa fue a la conclusión a la que llegaron Angle y los otros viejos peronistas de La Toma para explicar sus detenciones al inicio de la dictadura, dijo en la audiencia.
Hasta fines de abril de 1976, Ricardo Angle había sido empleado administrativo de la Policía, momento en que “me dejaron cesante sin explicación”.
Lo detuvieron en dos oportunidades: La primera vez fue llevado a la Comisaría 3ª y luego al Juzgado Federal desde donde lo liberaron.
La segunda, en septiembre de 1976. “Vengo a San Luis a cobrar el cheque del último sueldo y cuando estaba en la Terminal, a la 5 de la mañana (para regresar a La Toma) desayunando llegó un camión con unos soldados que se acercaron a la mesa y me llevaron a la Central de calle San Martín”.Alrededor de 3 días después me liberan”. Era el 21 de septiembre de 1976, la misma madrugada que militares y policías convulsionaron el pequeño pueblo de La Toma en un operativo en busca de “subversivos”.
Luego supo por su esposa que como a Graciela Fiochetti, Víctor Fernández – quien vivía en la casa del al lado- y a Oscar Trepín, también a él lo habían buscado esa madrugada en su domicilio, que fue allanado con violencia. “Habían rodeado la manzana, dieron vuelta todo, entraron en tropel”. También allanaron la casa de su suegra donde tenía una oficinita.
Sus padres y su cuñado lo buscaron de inmediato en todas las comisarías de San Luis pero se encontraron con la misma respuesta en todas: “no está, no está”.
Estuvo detenido e incomunicado, parado contra la pared, hasta el día 22 a las 13 horas cuando lo liberaron.
En la Jefatura vio al resto de los detenidos de La Toma y dijo que a Graciela Fiochetti y a Fernández los liberaron entre la noche y la madrugada del 22.
No identificó a ninguno de los hombres en la Jefatura, pero dijo que había personal de civil, militares y policías.
Dijo que su madre había acudido al Obispo Laise "como último recurso".Le contó que el sacerdote levantó un teléfono, habló algo y luego le dijo "quédese tranquila señora, su hijo va a salir en libertad, y así fue".


Al final de la audiencia, la secretaria del Tribunal leyó declaraciones de personas fallecidas, de la señora Laura Álvarez, madre de Graciela Fiochetti,y de testigos y empleados policiales de La Toma.