miércoles, noviembre 12, 2008

12ª Jornada de Juicio Histórico. 32 años después, operativo Justicia en La Toma

Inspecciones oculares y testimoniales de Alfredo y Teodora Álvarez

La Toma.- Mañana del 11 de noviembre de 2008. El Tribunal Oral Federal que juzga los delitos de lesa humanidad cometidos por las fuerzas policiales y militares durante la dictadura, se constituyó en esta localidad donde en septiembre de 1976 fueron detenidos 4 jóvenes, 2 de los cuales fueron víctimas del terrorismo de estado que después de 32 años la Justicia empezó a desentrañar.

Los 4 jueces del Tribunal, la Querella (Dr. Ponce), Fiscal (Dra. Allende), Secretaria (Dra. Ema Suárez) y abogados de la defensa (Dres. Papalardo, Vidal y Mercado), acompañados por integrantes de APDH, periodistas y público local y de San Luis, asistieron al reconocimiento que Víctor “Gringo” Fernández hizo del edificio donde funcionaba la Comisaría donde estuvo alojado la noche del 21 de septiembre del ´76. Contó cómo con las manos en la nuca y a golpes de culatazos ingresó a lo que era una especie de centro cívico donde funcionaba la Municipalidad, la Comisaría y la delegación del Ministerio de Trabajo del que él era inspector.

Parte del edificio es ahora oficina del Plan de Inclusión, pero la estructura de entonces no ha variado y se ajusta al croquis que “Gringo” Fernández trazó en su declaración la semana pasada. Las oficinas conservan los carteles identificatorios en mármol onix, la que dice “Marcas y Señales” es “donde Becerra me torturó” ratificó “Gringo”, y luego reconoció al final de la galería, la oficina de la radioperadora, y a pocos metros de ésta, el lugar hasta donde ingresó el camión en que fue llevado a San Luis junto a Graciela Fiochetti.
En la parte posterior se inspeccionaron los que eran calabozos; en uno de ellos se observaron cajas con documentación que el Dr. Ponce solicitó se resguarden, medida que el Tribunal aceptó.

La casa de Graciela

El grupo se trasladó a pocas cuadras, a la casa de Moreno 160 de donde fue arrancada Graciela aquella primavera para nunca más volver. Allí su hermana, María Magdalena Álvarez (“Cuqui”) ratificó su declaración y mostró la puerta que recibió el disparo de Plá y que fue reparada por el tío Alfredo que es carpintero. La cerradura violentada fue preservada como prueba por el Dr. González Macías en la primera instrucción de la causa, en 1986, y exhibida en una de las últimas audiencias.
“Cuqui” fue convocando los recuerdos y señalando: la habitación de Graciela, la disposición de los muebles, los objetos de la familia y el encuentro con todo eso revuelto y violentado por las fuerzas del orden que buscaban armas y documentación.

Hallazgo
De una de las paredes todavía colgaba una lámina con la imagen de un gato; Cuqui la señaló y contó una anécdota: debajo de esa figura, su madre, ferviente militante peronista, en los años de proscripción había ocultado celosamente una foto de Perón. El juez Burad atento al relato, propuso comprobar; lo hicieron y despegando la inocente figura, apareció el rostro del “primer trabajador”, que por un largo período de nuestra historia constituyó casi un delito.

El tío Alfredo Álvarez
Los jueces y toda la comitiva fueron hasta la casa del hermano de doña Laura Álvarez, el tío Alfredo, de 84 años, carpintero. Quien ante la detención de su sobrina Graciela se apostó en la puerta de la Comisaría a esperarla “porque sabía que no tenía nada que ver”, y no le creyó a Plá cuando le aseguró que la había liberado y que seguramente sus compañeros la habían llevado fuera de la República; y el que se topó contra la pared del miedo generalizado cuando intentó encontrar algún abogado. Dice que se excusaban: “no podemos actuar porque nos ponen presos”. Y también fue el que acompañó a Cuqui a la morgue para reconocer el cuerpo.

“Me miró como diciendo salvame”
Recordó la tía Teodora Álvarez de Giusepe, que era radioperadora en la Comisaría de La Toma y la noche de las detenciones estaba trabajando. Dijo que llegó un camión del Ejército con militares y policías y que le avisaron que ahí venía el capitán Plá, quien en un momento le pidió una golosina “porque no había comido nada en todo el día”.
“Escuchamos tiros que no sé de dónde venían, y al rato vi que traían a mi sobrina, agarrada por un uniformado de cada lado; me miró como diciendo “salvame”. Al rato escuché gritos y me hicieron cerrar la ventana, pero seguía escuchando los gritos.
Supo después que “le hundían la cabeza en la pileta del patio, y que la metieron en la 2ª oficina, del subjefe”.
Cuando terminó el turno de trabajo fue a ver a su hija, por quien temía, y después a su hermana Laura. “Le habían pegado un tiro en la puerta, le habían revuelto todo, los colchones… y me dijo que Mansilla había dejado armas y que ella le dijo que se las llevara”… “Yo no viajé a San Luis, tenía mucho miedo”…


Entre las personas que acompañaron la jornada, estuvo Graciela Daleo, sobreviviente de la ESMA -lugar que compartió con la hermana desaparecida del Dr. Enrique Ponce, Ana María-, y desde entonces férrea militante de derechos humanos y quien, consultada por el cronista de Radio Universidad recordó que “el plan de la dictadura genocida era el exterminio físico y simbólico de todos aquellos que portaran personal y colectivamente algún espíritu solidario de trabajo colectivo, de participación” y se refirió al asombro que sigue produciendo el dolor y el destrozo ocasionado en el cuerpo social de nuestro pueblo por los militares y sus asociados civiles, pero que también “sigue vitalizando esta exigencia de justicia que no debemos abandonar nunca”.

(Fotos, gentileza de Periodistas en la red)

No hay comentarios: